El testamento del pescador

Archive for the ‘Adviento/Navidad’ Category

La Epifanía según El Bosco

Posted by El pescador en 6 enero 2012

En este día de la Epifanía o de la Adoración de los Magos traigo este comentario que ha hecho Terzio en su bitácora «Ex Orbe«, en la entrada titulada «Un tríptico de Epifanía«.
La obra comentada es el tríptico de la Adoración de los Magos, que se conserva en el Museo del Prado (Madrid, España). Para ver todos los detalles ha enlazado a esta imagen del tríptico en alta resolución.
Copio a continuación el comentario que hace en dicha entrada:

«La escena representada es una Epifanía, la Adoración de los Magos: La Estrella, el portal-casa de Belén, la Virgen con el Niño en su regazo, los Tres Magos adorantes ofrendando oro, incienso y mirra. Todo lo demás, el resto de la composición, es original creativo del maestro Jerónimo, tan rico en imaginerías.

 

 Las pinturas del Bosco son inagotables en figuras, anécdotas, detalles, paisajes, historietas, sugestiones, fábulas, mil y una circunstancias en torno a la escena central-mayor: El Misterio de Cristo y el mundo con sus pecados, locuras, bellezas y gracias, todo entorno.

 Comento brevemente:

  – Melchor (en primer plano, el mago calvo con capa roja) tiene a su lado la ofrenda de oro, ese objeto en el suelo, a la dchª del Mago (entre el palo del sombrajo y el manto azuloscuro de la Virgen) es una estatuilla dorada que representa el sacrificio de Isaac: Isaac lleva la leña para el holocausto, Abrahám levanta la espada para degollar al hijo de la promesa y el Ángel sujeta su brazo; detrás del altar está el carnero sustitutorio. Subiendo al plano referencial, la Virgen sostiene en su gremio al Cordero Inocente, sin defecto (desnudo, expuesto, en la debilidad de la carne asumida).

 – El Mago Gaspar (en segundo plano, con capa azul) lleva bordada en la esclavina otra escena del A. Testamento: La Reina de Saba ante Salomón ofrenda dones al Rey Sabio. Se trata de un trasunto del propio Misterio de los Magos, que presentan dones ante la Sabiduría Increada, el Verbo Encarnado, postrados ante la Virgen Madre, la Sedes Sapientiae, que sostiene al Hijo con paño-lienzo-sudario-corporal (alusión a la Pasión y la Eucaristía); la orla de la esclavina de Gaspar también representa una escena de sacrificio (parace como un cordero en las brasas (¿alusión al sacrificio-cena pascual???).

 – El tercer mago, Baltasar, el negro, lleva en el cuello y las mangas bordados de cardina (hierba amarga), y el pomo de mirra también representa una escena de ofrenda, que no distingo bien, pero debe ser también alguna referencia veterotestamentaria (¿o es José de Arimatea pidiendo a Pilato el Cuerpo del Señor???).

  – Los que se asoman al portal por la puerta entreabierta, ventanucos, rendijas y vanos, son los príncipes de la gentilidad y el paganismo, que se acercan al Misterio, convocados por la Gracia de Dios, que se ha manifestado; los Magos son los primeros, después vendrán otros. También están los pecadores.

  – La escena de San José, separado del grupo, como sorprendido por el ojo del pintor, tomando sopa bajo la cobacha del rincón, es característica del anecdotario iconográfico navideño de la época, siendo frecuente que San José aparezca como un personaje secundario, presente pero en cierta desconexión respecto a la escena central.

  – Los paisajes son fantásticos, con perspectivas de vertigo y edificios inventados: Se acercan a Belén las huestes criminales de Herodes; en un bosquecillo (panel dchº) se esconde la Sgdª Familia que huye a Egipto.

  – Las escenas menores son caprichosas, muy típicas del Bosco; en la hoja de la dchª unos lobos atacan a un pastor y una campesina; un jabalina corre con sus jabatos; en el panel de la izqdª unos campesinos danzan.

  – En una y otra puertezuela, en primer plano preferente, los donantes son presentados en la escena por sus Santos Patronos: San Pedro al caballero y Santa Inés (hay un cordero cerca de ella) a la dama; detrás de cada uno, los blasones respectivos.

  Y, como dije, mil detallitos más […]».

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Los recuerdos de Jasid, el perro de la Sagrada Familia

Posted by El pescador en 26 diciembre 2011

Tomás Trigo: «Los recuerdos de Jasid. El perro fiel de la Sagrada Familia». Madrid: Ediciones Palabra. ISBN:  9788498405705

En «La Sagrada Familia del pajarito» de Murillo aparece «Jasid».

El blog de Jasid.

Facebook de «Jasid, el perro fiel».

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La Virgen María, arca de la Nueva Alianza: las ferias privilegiadas de Adviento

Posted by El pescador en 25 diciembre 2011

Se llaman ferias privilegiadas de Adviento a las Misas de la última semana de dicho tiempo litúrgico, que este año 2011 ha coincidido casi perfectamente, pues el IV Domingo fue el día 18, día de Nuestra Señora de la Esperanza o de la Expectación, y las lecturas de este domingo último de Adviento fueron sobre la Virgen María como Arca de la Nueva Alianza por su maternidad divina.

El Evangelio de dicho domingo era el de la Encarnación y la primera lectura narraba la intención del rey David de construir un templo en Jerusalén para depositar el Arca de la Alianza, que desde el pacto en el Sinaí había acompañado al pueblo de Israel. Dicha arca de la Antigua Alianza (Éxodo 25,10-22; 37,1-9) era la presencia de Dios en medio del pueblo («Encima del arca estaban los seres alados que significaban la presencia de Dios y que cubrían con sus alas la tapa del arca: Hebreos 9,5) y lo había acompañado especialmente en los momentos decisivos (Josué 3,14-17; 6,1-10; 1 Samuel 4-6) y fue depositada por Salomón en la dedicación del templo de Jerusalén; en dicha ocasión la gloria de Dios llenó el templo (1 Reyes 8,1-11; 2 Crónicas 5,2-14).

La distribución del espacio donde estaba el arca en el templo es descrito por el autor de la carta a los Hebreos (9,2-10), donde además explica que el arca estaba en el Lugar Santísimo (el sancta sanctorum: 9,3-4) no podía entrar más que el sumo sacerdote una vez al año (Hebreos 9,6-7). Esto indica que en esta primera alianza Dios era inaccesible en el sentido de que no era visible, no era accesible, aunque no era lejano ni distante porque intervenía desde la creación para salvar a su pueblo y comunicarse y revelarse al mundo. Pero contrasta cómo en la colocación del arca en el templo en tiempos de Salomón, la gloria del Señor en forma de nube inundó el templo y nadie podía ver nada.

En cambio, con la Encarnación del Hijo de Dios narrada por San Lucas, Dios se hace visible y más cercano aún, como decía anoche en su homilía Benedicto XVI «en el niño en el establo de Belén, se puede, por decirlo así, tocar a Dios y acariciarlo». Y esto es posible gracias a que Dios quiso nacer de la Virgen María, quiso tomar carne para hacerse visible, para mostrar que su gloria consiste en que podamos verlo, no en un palacio entre gente poderosa, sino en un pesebre entre gente normal y sencilla.

Por eso la Virgen María es la protagonista del final del Adviento, y ha aparecido en las lecturas de la Misa de las ferias privilegiadas desde el pasado IV Domingo, porque ella es el Arca de la Nueva Alianza, gracias a ella Dios se ha hecho visible y palpable, Dios ha venido a vivir en medio de nosotros de manera definitiva y para siempre y no deja abandonado a su pueblo, como hizo durante el recorrido de Israel hasta la tierra prometida Dios habita en medio de su pueblo en la Eucaristía, prolongación de su Encarnación en la Virgen María.

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El árbol de Jesé y el Adviento

Posted by El pescador en 5 diciembre 2010

La primera lectura del 2º Domingo de Adviento, ciclo A, es el capítulo 11 del libro de Isaías, que empieza diciendo: «Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago».

Jesé era el padre del rey David, y con esta profecía el Señor anunciaba por medio de Isaías que de la dinastía de su ungido David iba a nacer el Mesías, y la comparación del renuevo, del vástago habla de una promesa de esperanza que da el Señor a su pueblo.

Este tema fue muy representado en la Historia del Arte . Del costado de un anciano acostado (Jesé) surge un árbol en el que se colocan los reyes de Judá hasta llegar a lo alto con la Virgen María y el Niño Jesús en brazos (esta representación se relaciona con la Inmaculada Concepción: v.gr. en la coronación de la reja que hizo el Maestro Bartolomé para la capilla de la Inmaculada en la Santa Capilla de San Andrés -Jaén-) y así aparecen en una sola imagen dos temas centrales del Adviento: el nacimiento de Jesucristo por medio de la Virgen María, que por ser la Madre de Dios es Inmaculada en su Concepción.

N. B. En dicha Santa Capilla de San Andrés el árbol de Jesé está representado sobre el abrazo de San Joaquín y Santa Ana en la puerta dorada del templo de Jerusalén, que dio lugar a la concepción de la Virgen María, por lo que ésta no tuvo pecado puesto que no vino al mundo por el acto conyugal de los padres (antiguamente se pensaba que por este medio se transmitía el pecado original).

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La venida de Cristo sobre la tierra

Posted by El pescador en 6 enero 2008

Sermón de San Agustín [de Hipona] obispo en la venida del Señor sobre la tierra

«Hace pocos días hemos celebrado el nacimiento del Señor; hoy celebramos la Epifanía, porque en la palabra griega significa manifestación, y se refiere a aquel que dijo el Apóstol: «sin duda es grande la disposición divina de piedad, que se ha manifestado en la carne» [1 Timoteo 3,16]. Así pues ambos días conciernen a la manifestación de Cristo. En aquel ciertamente nació hombre del hombre madre, quien sin inicio era Dios junto al Padre; pero para la carne fue manifestado en la carne: porque la carne no podía verlo, tal cual era en espíritu. Y en aquel día sin duda, que de su nacimiento es designado, lo vieron los pastores de los judíos; en el día de hoy en cambio, que se dice epifanía propiamente, esto es manifestación, lo adoraron los magos de los gentiles. A aquellos los ángeles lo anunciaron, a estos por otra parte una estrella. Los ángeles habitan en los cielos, y embellecen los astros: por tanto a ambos los cielos narraron la gloria de Dios [Salmo 19,1]».

Sermón 204,1 (original en latín; traducción mía)

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Si nos pareceremos al niño

Posted by El pescador en 26 diciembre 2007

Luigi Accattoli (original en italiano; traducción mía)

Estaba en el coche ayer a mediodía cuando he escuchado al papa Benedicto que decía: «En el ocaso de nuestros días en la tierra, en el momento de la muerte, seremos juzgados según nuestra semejanza o desemejanza con el Niño que está a punto de nacer en la pobre cueva de Belén, puesto que él es el criterio de medida que Dios ha dado a la humanidad«. Palabras transparentes. Feliz yo de oírlo. Aclaraban todo. El dicho de Jesús «si no os hacéis como niños» y la máxima de Juan de la Cruz: «Al atardecer de la vida nos examinarán del amor».

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Despierta, hombre: por ti Dios se ha hecho hombre

Posted by El pescador en 25 diciembre 2007

«Se dice día del nacimiento del Señor, cuando la sabiduría de Dios se mostró como un niño, y la palabra de Dios sin palabras profirió la voz de la carne. Sin embargo aquella oculta divinidad, e indicada más al cielo como testigo, y a los pastores con voz angélica fue anunciada. Así pues celebramos con anual solemnidad este día, en el cual se cumplió la profecía que dice: «La verdad de la tierra salió, y la justicia del cielo miró». La verdad que está en el regazo del padre, de la tierra salió, para estar en el regazo de la madre. La verdad en la que el mundo es contenido, de la tierra salió, para ser llevada por manos femeninas. La verdad en la que la felicidad de los ángeles incorruptiblemente es alimentada, de la tierra salió, para ser amamantada por pechos carnales. La verdad a la cual el cielo no basta, de la tierra salió, para ser puesto en el pesebre. ¿Para bien de quién en tanta humildad vino tanta sublimidad? De ninguno ciertamente para el suyo; pero para nuestro gran bien, si creemos. Despierta, hombre: por ti Dios se ha hecho hombre. «Levántate, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo». Por ti, digo, Dios se hizo hombre. Para la eternidad habrías muerto, si en el tiempo Él no hubiera nacido. Nunca serías liberado de la carne de pecado, si Él no hubiera tomado la semejanza de carne de pecado. Te poseería la perpetua miseria, si no se hiciera esta misericordia. No habrías vuelto a la vida, si Él no hubiera acudido a tu muerte. Habrías fallado, si Él no hubiera venido en socorro. Habrías perecido, si Él no hubiera venido».

San Agustín de Hipona, Sermón 185,1 (original en latín; traducción mía)

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¡Ven, Señor Jesús!

Posted by El pescador en 29 noviembre 2007

(original en francés; traducción mía)

 

 

Cardenal Jean Daniélou (1905-1974)

 

«Que el sediento se acerque» (Apocalipsis 22,17)

 

El mundo entero está en espera


 

Cristo se presenta en el Apocalipsis como el que viene. Esto tiene muchos sentidos. Desde el principio Jesús es aquel que ha venido, es Dios venido hacia nosotros, es el gesto de Dios hacia el hombre, y éste es el objeto de nuestra fe. Pero es también el que vendrá, pues en Él todas las cosas encontrarán su cumplimiento. Como dice San Pablo: Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios (Romanos 8,19). Y más: Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando la redención de nuestro cuerpo (Romanos 8,23). El mundo entero está a la espera, y nuestra oración misma debe tender hacia el cumplimiento escatológico. Sería preciso que en este Ven, Señor Jesús nuestra oración acogiera todas las espera, todos los sufrimientos físicos y morales de la humanidad que nos rodea, teniendo conciencia de que nuestras vidas y todas las de aquellos que nos rodean están incluidas en este movimiento de la creación hacia Cristo.

Él es siempre aquel que viene

Cristo es también aquel que no cesa de venir. Su venida es para cada una de nuestras almas una realidad actual: He aquí que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa para cenar con él (Apocalipsis 3,20). Si dejamos entrar a Cristo, nos hará compartir sus dones y sus bienes, tiene una palabra para cada uno de nosotros. Perpetuamente por su gracia solicita del interior nuestros corazones. Para eso, pide que estemos atentos a su venida, que abramos las puertas de nuestras almas. Él es siempre aquel que viene, como precisa el texto: Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el principio y el fin (Apocalipsis 22,13). Él es el fin hacia el que tendemos, en él todo finalmente se resume, pues es el único fin de las cosas. Algo ya ha comenzado que no se acabará nunca, es nuestra transformación en Jesucristo; hace falta dejarnos hacer por él…

Todo es siempre posible

Se nos pide que tengamos sed, que nos abramos a Dios para dejar que brote del fonde de nuestra alma esta sed de gracia que sólo el Señor apagará: Pero quien beba del agua que yo le daré no tendrá nunca más sed (Juan 4,14). Esta palabra se dirige a todos sin excepción, ni condición previa; sean cuales sean nuestros pecados pasados, nuestra mediocridad, nuestra insensibilidad espiritual, es suficiente creer en el Amor, creer que todo es siempre posible, que nada es irrevocable, ni fracaso ni infidelidad. La gracia de Dios puede curarlo todo, salvarlo todo; volver a Dios es siempre un comienzo absoluto pues la potencia de Dios es sin límite; que aquel que escucha diga: ¡Ven! Y que el sediento se acerque, que el que quiera reciba gratis el agua de la vida (Apocalipsis 22,17). Con aquel que da testimonio digamos sí, Amén, abriendo nuestros corazones a lo que Cristo quiere así llevar a cabo en nosotoros y por nosotros, para que surja del fondo de nuestros corazones esta fuente incansable de vida y de amor.

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Tabla cronológica del nacimiento de Jesús de Nazaret

Posted by El pescador en 13 enero 2007

Continuando con el tema del año del nacimiento de Jesús, os copio este nuevo artículo de la Agencia Fides que amplía la explicación de este tema, ya tratado en otras entradas anteriores del mes de Diciembre. En este vínculo tenéis en formato PDF (para leer con el programa Acrobat, descárgalo aquí si no lo tienes) una línea del tiempo de 8 calendarios comparados desde el 70 a.C. al 50 d.C.:

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La Tabla es el resultado de la comparación de ocho calendarios en uso en el área mediterránea, desde Grecia a Roma, a Siria-Palestina, en el período incluido entre el 70 a.C. y el 50 d.C. En ella, en efecto, vienen tanto los calendarios de las Olimpiadas, de la Fundación de Roma (a.U.c.), de los Emperadores y de los Cónsules romanos, de los Sumos Sacerdotes y de la Restauración del Templo de Jerusalén, como las noticias históricas deducidas de los Evangelios y de Antigüedad Judaica y Guerra Judía de José Flavio.

Se pueden «leer» en la Tabla dos hipótesis sobre el nacimiento de Jesús de Nazaret.

La primera, sostenida desde el 800 en adelante, pone el nacimiento de Jesús el 7 a.C., en base a un cálculo previo que contempla la muerte de Herodes el Grande en el 4 a.C., además de de la conjunción precisamente ese año, de los planetas Júpiter y Saturno, fenómeno astronómico considerado como el origen de la estrella que vieron los Magos.

La segunda, por el contrario, ya indicada por el monje Dionisio el Exiguo en el siglo VI y que ha vuelto con auge desde hace una decena de años, en particular por los estudios de Giorgio Fedalto, gracias al uso de los resultados de la U.S Naval Observatory de Washington, que pone el nacimiento de Jesús en el 1° año de la llamada Era vulgar.

Es útil subrayar que para los partidarios de la primera hipótesis Jesús vive del 7 a.C. al 30 d.C., por lo tanto, 37 años; para la segunda, del 1 d.C. al 33 d.C., por tanto, 33 años. La segunda hipótesis es prácticamente ya científicamente incontestable.
¿Cómo sustentar, por el contrario, el nacimiento de Jesús en el primer año de la era cristiana si Herodes muere en el 4 a.C.?

Según el mismo José Flavio, Herodes cumplía 15 años cuando Ircano llegaba al noveno año de su nombramiento, desde que Pompeyo lo ordenó Sumo Sacerdote en Jerusalén. Sabemos que Herodes murió a los 71 años aproximadamente, por tanto, en el 2 ó 3 d.C. – exactamente 55 años después del 54 a.C. – y por lo tanto no en el 4 a.C., como comúnmente todavía continua repitiéndose. Además el eclipse al que hace referencia José Flavio como acontecimiento relacionado con la muerte de Herodes, se ha verificado que tuvo lugar tanto en el 4 a.C. como en el 3 d.C. Se debe también observar, con el fin de realizar los cálculos, que el año cero fue introducido muchos siglos después del mismo calendario preparado por el monje Dionisio, hasta entonces computado, sin solución de continuidad, del 1 a.C. al 1 d.C.

Además, se debe añadir, que las regencias de los hijos de Herodes se exceden en tres años las respectivas fechas de abdicación o muerte: Arquelao es expulsado de Judea en el 7 d.C, después de 10 años de regencia; Felipe muere en el 34 d.C. después de 37 años de regencia y Antipas muere en el 40 d.C. después de 43 años de reinado. Hecho que induce a pensar en un período de al menos tres años de co-regencia del padre con los hijos. De este modo se debe aplazar al 2 ó 3 d.C. la fecha de la muerte de Herodes, porque la del 4 a.C. es en realidad la fecha del testamento con que subdivide el reino entre los tres hijos.

A la luz de lo que hemos dicho, se puede considerar con fundamento que Jesús nació en el 1 d.C. y que Herodes murió entre el 2 y el 3 d.C., confirmando la tradición de las Iglesias orientales registrada en los calendarios julianos y gregorianos. Sobre el día del 25 de diciembre remitimos a lo ya publicado (ver Fides, Las palabras de la doctrina: 28/12/2006 y 4/1/2007). Se recuerda aquí de nuevo que la fiesta cristiana de la Navidad no tiene su origen histórico en Roma sino en Tierra Santa: en la segunda mitad del siglo IV Egeria cuenta que en Jerusalén se celebraba el 6 de enero. Se puede suponer que tal fecha, hoy la Epifania – certificada por cuanto se sabe en Alejandría en el entorno gnóstico de Basílides – haya quedado como la fiesta de la Navidad en los calendarios bizantinos hasta el 1583, fecha de la reforma gregoriana, después de la cual, el calendario juliano va con 13 días de retraso respecto al gregoriano.

Con eso no decimos que todo sea claro, pero «las viejas hipótesis, según las cuales el 25 de diciembre fue elegido en Roma en polémica con el culto mitraico o también como respuesta cristiana al culto del sol invicto, que fue promovido por los emperadores romanos en el curso del tercer siglo como tentativa de establecer una nueva religión de estado, hoy ya no parecen sostenibles» (J. Ratzinger, Introducción al espíritu de la liturgia, Ed. San Pablo, Cinisello B. 2001, p 104) (Agencia Fides 12/1/2007).

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El Bautismo del Señor: La revelación del Mesías

Posted by El pescador en 7 enero 2007

Hoy el Espíritu Santo se cierne sobre las aguas en forma de paloma, para que así como aquella otra paloma anunció a Noé que el diluvio había cesado en el mundo, así ahora ésta fuera el indicio por el que los hombres conocieran que había terminado el naufragio del mundo; y no lleva, como aquélla, una pequeña rama del viejo olivo, sino que derrama sobre la cabeza del nuevo progenitor la plenitud del crisma, para que se cumpla lo profetizado en el salmo: Por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros (San Pedro Crisólogo, Sermón 160) [Crisólogo=Palabra de oro, del griego Crisos: oro, lógos: palabra].

Este domingo siguiente al día de la Epifanía o de los Reyes celebra la liturgia el Bautismo del Señor. Entre ambos acontecimientos se sitúa la vida oculta de Jesús en Nazaret, de la que sólo sabemos el episodio de cuando se pierde en el templo de Jerusalén a los doce años, y constituye el punto de partida de su misión, ya empieza a ocuparse de las cosas de su padre.

Por tanto esta es la primera aparición de Jesús ante la multitud de Israel. San Juan el Bautista llevaba algún tiempo predicando la conversión de los pecados para preparar el camino al Señor, a su Mesías; era el primer profeta que aparecía en Israel durante muchos siglos y por eso algunos pensaban que era él el Mesías esperado, pero el Bautista dejaba claro que él sólo bautizaba con agua, que detrás de él venía el que había de bautizar con Espíritu Santo y fuego.

Aunque Jesús no tenía pecados ni nada de qué convertirse, se pone en la cola con los pecadores, y cuando se bautiza tiene lugar esa manifestación trinitaria: desciende sobre Él el Espíritu Santo y se oye la voz de Dios Padre que lo presenta como su Hijo. El prefacio de la Misa de hoy nos explica el significado de esta escena:

Porque en el bautismo de Cristo en el Jordán has realizado signos prodigiosos: hiciste descender tu voz desde el cielo, para que el mundo creyese que tu Palabra habitaba entre nosotros; y por medio del Espíritu, manifestado en forma de paloma, ungiste a tu siervo Jesús, para que los hombres reconociesen en Él al Mesías, enviado a anunciar la salvación a los pobres.

Así pues, en este acontecimiento del Bautismo se cumplen las promesas que Dios había hecho a Israel desde antiguo, cuando prometió la venida del Mesías, que sería de la familia de David y nacido en Belén. Esta escena es la culminación de la Navidad y la Epifanía: el Niño nacido en Belén, la ciudad de David, de la Virgen María, descendiente del famoso rey, es hoy ungido con el Espíritu Santo como el Mesías. Mesías en hebreo y Cristo en griego significan lo mismo: el Ungido, el que ha recibido el Espíritu Santo para llevar a cabo la misión encomendada por Dios de hacerlo presente entre nosotros. Esta misión la llevaron a cabo antes los reyes de Israel, ungidos por los profetas como representantes de Dios en medio del pueblo e imagen del futuro Mesías descendiente del rey David, y hoy por fin contemplamos que nuestro Rey y Señor Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, es presentado como Mesías al pueblo de Israel que esperaba.

El evangelista San Lucas nos cuenta después de esta escena las tentaciones del diablo, que quiere apartar al Mesías de su verdadera orientación de humildad y servicio, de un Mesías que usa su poder para poner su propio provecho (convertir las piedras en panes), que no confía en Dios y que lo pone a prueba (adorar al demonio para dominar el mundo; tirarse del alero del templo). Y a continuación de estas escenas del bautismo y las tentaciones Jesús inicia su ministerio un sábado en la sinagoga de su pueblo, Nazaret, leyendo un texto del profeta Isaías en el que habla de la tarea del Mesías: llevar la buena noticia a los pobres, anunciar la liberación a los presos, dar la vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos y anunciar el año de gracia del Señor (cf. Lucas 4,16-19).

Después de esto, Jesús empieza sus curaciones y milagros y cuando San Juan Bautista está en la cárcel y oye los milagros y enseñanzas de Jesús, envía a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús si era el que había de venir (el Mesías), y Él les contesta: Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia (Lucas 7,18-22); son los signos de que el Reino de Dios ha empezado, ya está entre nosotros con la presencia del Mesías, el Ungido de Dios.

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