El testamento del pescador

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Divinas lágrimas de mujer

Posted by El pescador en 14 enero 2008

Antonio Socci (original en italiano; traducción mía)

Ha causado alboroto en 1995 el caso de la Virgen de Civitavecchia. Hoy, después de diez años exactos de atentos análisis, llevados a cabo por especialistas que están fuera de toda duda, se ha debido reconocer que aquellas lágrimas de sangre (humana) que brotan de una Virgencita de yeso (una estatua pequeñita rellena, como han revelado las radiografías, sin nada sospechoso en su interior) son científicamente inexplicables. Es por tanto la razón humana, aquí, que “ve” con los ojos y toca “con mano” una chispa de sobrenatural que ha hecho irrupción en la historia (así como en los clamorosos milagros que suceden en Lourdes y en tantos otros lugares). Para no reconocer la evidencia del Milagro en este caso sería preciso renegar de la razón y refugiarse en el prejuicio. Como decía un gran periodista y escritor inglés, Gilbert K. Chesterton: “Quien cree en los milagros lo hace porque tiene pruebas a su favor. Quien los niega lo hace porque tiene una teoría contraria a ellos”.
Aquí un simple hecho hace correr ríos de tinta que también en estos días ciertos solones de un viejo laicismo han esparcido. Pienso en Eugenio Scalfari que en el Espresso para abroncar el racionalismo cristiano de Buttiglione ha pretendido llamar en su ayuda “el principio de indiferencia de Heisenberg” del cual debe conocer bien poco si se equivoca incluso en el nombre (quería quizá citar el “principio de indeterminación” enunciado por Heisenberg en 1927).En realidad la ciencia contemporánea no lleva de hecho hacia Scalfari y las viejas ideologías laicistas, sino hacia la eterna juventud de Dios como demuestra la recientísima “conversión” de Anthony Flew, el heredero de Bertrand Russel, con el que durante decenios ha sido el maor símbolo del ateísmo filosófico. Pues, al final, frente a la evidencia de las investigaciones científicas ha debido invertir sus posiciones y reconocer una misteriosa Inteligencia superior que ha ordenado el cosmos.Si será aún fiel a su lema socrático –“sigue la evidencia a donde quiera que te conduzca”– descubrirá un hecho aún más extraordinario: que aquella Inteligencia superior (que los griegos llamaban Logos) no se quedó lejos del hombre, no lo ha abandonado, sino que se ha hecho ella misma hombre y ama apasionadamente y tiernamente a toda criatura. Y está presente en la historia.Esto es lo que dice (también) el evento de Civitavecchia. Pero no sólo. Y estos días no se ha recordado que aquella estatuita viene de Medjugorje. El párroco de Pantano que después la regaló a los señores Grigori, en septiembre de 1994, la compró de hecho en una tiendecita de este pueblo de la Herzegovina donde había ido en peregrinación porque allí, desde hace ya 23 años aparece periódicamente la Virgen a seis muchachos (hoy hechos adultos). Es por tanto una clamorosa confirmación de los hechos de Medjugorje.Justamente en un apasionado mensaje de la Virgen de Medjugorje (el 24 de mayo de 1984) se habla de lágrimas de sangre. “Queridos hijos, en cada instante, cuando tengáis dificultades, no tengáis, porque yo os amo también cuando estáis lejos de mí y de mi Hijo. Os ruego, no permitáis que mi corazón llore lágrimas de sangre por las almas que se pierden en el pecado”.

Marija Pavlovic, una de las videntes, en una larga entrevista con el padre Livio Fanzaga que le recordaba este mensaje a propósito de la estatuita, ha declarado: “Para mí (el suceso de Civitavecchia, nda) tiene un significado muy grande, no tanto porque la Virgen ha llorado, en cuanto que la Madonna ha llorado, en cuanto la he visto también yo llorar, sino porque ha llorado lágrimas de sangre y ha llorado cerca de Roma. Todo el conjunto dice mucho”. El entrevistador ha probado a saber más de esto, pero la muchacha se ha cerrado de manera que se intuyó que estaba pensando en uno de los diez misterios secretos sobre el mundo que la Virgen les ha confiado.

¿Significa a lo mejor que alguno de los Secretos tiene que ver con Italia? ¿O Roma? ¿O la Santa Sede? ¿Tiene un significado simbólico que la estatua de la Virgen haya llorado lágrimas de sangre entre los brazos de un obispo que hasta poco antes era totalmente escéptico? ¿Prefigura algo que acontecerá?

Marija no responde. Repite sin embargo: “La Virgen nos ha dicho: ‘Orad por el Santo Padre, porque este Papa lo he elegido yo para estos tiempos’… Pienso de modo particular cuando vemos que el Santo Padre tiene menos fuerzas, y también en los próximos años, cuando estaremos en el paso entre un Papa y otro y cuando será el momento de elegir un nuevo Papa, debemos dejarnos guiar por la oración y por el Espíritu Santo…”.

Parecería que en el paso de pontificado deba acaecer algo dramático. Pero también esta deducción en el fondo puede ser arbitraria. Hay sin embargo otros aspectos simbólicos e inexplorados en los hechos de Civitavecchia. Por ejemplo un detalle que, al momento, sembró desconcierto fue el relativo a la sangre: los laboratorios de hecho atestiguaron que era sangre humana, pero perteneciente a un sujeto masculino. Las reacciones superficiales de la mayoría fueron escandalizantes: la Virgen, se objetaba banalmente, tiene sangre femenina, no masculina.

Pero los teólogos advirtieron que no había nada de inquietante. Al contrario: la sangre redentora de hecho, para los cristianos, es la derramada por Jesús, no la sangre de María, que es una criatura redimida por Él como nosotros. Y por tanto aquella circunstancia mostraba el vínculo indisoluble entre la Madre y el Hijo Salvador, mostraba que María lleva a Jesús redentor y no a sí misma. Todo esto tenía un sentido cristiano. También porque el llanto empezo el 2 de febrero, o sea la fiesta litúrgica de la presentación de Jesús en el Templo y de la “Purificatio Sanctae Mariae”. Esta antigua fiesta celebra a la Virgen que “estuvo íntimamente unida” a la salvación “como Madre del Siervo sufriente de Yahve y como modelo del nuevo pueblo de Dios, constantemente probado en la fe y en la esperanza por el sufrimiento y por la persecución” (Pablo VI).

He aquí por qué la sangre de Cristo en las lágrimas de ella. Y después aquella fiesta recuerda el episodio evangélico del reconocimiento mesiáncio por parte del anciano Simeón y de la profetisa Ana, que representan la tradición profética de Israel. Tiene por tanto un significado profundo también en el tiempo de la Iglesia: también ella de hecho tiene el deber “profético” de reconocer el misterio de Dios presente y operante en la historia actual. También en formas especiales. En Medjugorje como en Civitavecchia, como en Fátima y en Lourdes. No sólo. La iglesita de Pantano está dedicada a S. Agustín y surge justamente donde –según la tradición– Agustín, en el 387, sobre la orilla del mar, meditando sobre el misterio de la Trinidad, encontró un ángel-niño que le iluminó: era como pretender hacer entrar el mar infinito en el hoyito que había excavado en la arena.

Que el hecho de la estatuita acaezca en un lugar parecido puede significar una exhortación al reconocimiento humilde del misterio de Dios. Una invitación a no quedar prisioneros de los prejuicios y de la soberbia intelectual. Sobre el simbolismo de las lágrimas después se podría escribir un tratado. El llanto vuelve en muchas apariciones de la Virgen. En verdad el llanto es, en la vida normal, una característica en modo particular de las mujeres y –vendría a decir- María de Nazaret es una mujer en todos los sentidos. También por la facilidad para el llanto que no es un indicio de debilidad femenina, como banalmente se cree, sino de intensidad afectiva y emocional. Tom Lutz en su Storia delle lacrime observa que ninguna otra especie, fuera de la humana, es capaz de llorar, así como sólo la humana posee el lenguaje. Así pues el llanto representa un fenómeno específicamente humano, expresa una profundidad que es sólo humana.

Pero en las lágrimas de María hay un dolor que es también divino. Don Augusto Baldini, en el volumencito sobre el caso de Civitavecchia, refiere algunos motivos de meditación. Por ejemplo del filósofo, convertido, Jacques Maritain: “Si los hombres supieran que Dios sufre con nosotros y mucho más que nosotros por todo el mal que devasta la tierra, muchas cosas cambiarían sin duda y muchas almas serían liberadas… Las lágrimas de la Reina del Cielo (significan) el soberano horror que Dios y su Madre experimentan y su soberana misericordia por la miseria de los pecadores”.

El cardinal Martini sobre las lágrimas de la Virgen en La Salette: “Es un misterio profundísimo, que en cualquier modo nos permite intuir el sufrimiento de Dios por los males que cometemos”. Y el Papa, siempre por el aniversario de La Salette: “María, madre llena de amor, con sus lágrimas ha mostrado la tristeza por el mal moral de la humanidad. Con sus lágrimas nos ayuda mejor a comprender la dolorosa gravedad del pecado, del rechazo de Dios, pero también la fidelidad apasionada que su Hijo nutre hacia los hermanos: Él, el Redentor, cuyo amor está herido por el olvido y por el rechazo… Ella tiene compasión de las dificultades de sus hijos y sufre al verlos alejarse de la Iglesia de Cristo”.

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Medjugorje, viaje en busca de María

Posted by El pescador en 11 enero 2008

Antonio Socci (original en italiano; traducción mía)

He hecho alrededor de 2000 kilómetros entre tierra y mar tras las huellas de una mujer. Es una mujer “de una belleza indescriptible”, dice quien la ha encontrado. Y para nosotros curiosos intenta una vaga descripción: altura alrededor de 1’65, edad alrededor de 18-20 años, rostro ordenado, casi siempre sonriente, mejillas rosadas, cabello negro ondulado, ojos marcadamente azules, voz dulce de adolescente, vestimenta muy simple.
Enamoramiento
Pero los testimonios precisan pronto que su belleza es una belleza inimaginable, ningún rostro en el mundo es parangonable al suyo. No estamos hablando de un sueño o de una imagen literaria. Sino de una persona viva, que sonríe, habla y escucha, llora, abraza, llama por el nombre, que enseña y que implora, que se apasiona con los pequeños problemas de cada uno. Desde 1981 seis muchachos de un pueblecito de la Bosnia croata -Medjugorje- la encuentan casi cotidianamente y ella -ante la pregunta- ha respondido que es la Virgen María. El punto clave es que: está viva. Y estos muchachos no son dementes, son del todo normales, también a juicio de la ciencia, incluso del ex régimen de Tito. Perseguidos al principio por la policía comunista, han crecido con ella al lado, han estudiado en la universidad, se han casado, tienen hijos. No son alucinados (pasan por distintos también para Medjugorje y se reconocen pronto). En cambio, estos seis -que en 1981 por otra parte no estaban entre los muchachos más asiduos en la parroquia- son tipos equilibrados, racionales, cordiales. Pero, como dice una de ellos, Marija, que hoy vive en Monza, «estamos en cierto sentido enamorados de ella. Especialmente al principio, no digo que éramos dependientes, aunque la belleza de su cara y su voz cuando hablaba nos atraían… Después, despacio despacito, nos ha llevado hacia Jesús, hacia la Iglesia, hacia la Eucaristía y nos ha hecho descubrir un mundo tan grande, tan inmenso…»Su belleza es su “eterna juventud”, subraya padre Livio, director de Radio María, se explican con el hecho de que todo el ser de María, alma y cuerpo, resplandece de Gracia y está en la Gloria de Cristo. Es por tanto paraíso. Con sus 23 años de presencia constante, según el padre, estamos ante un hecho absolutamente único en la historia de la Iglesia que evidentemente es debido a algo excepcional, a aquello que debe acaecer.Así hemos alcanzado aquel pueblecito bosnio para asistir a una aparición. Para comprender y para interrogarnos sobre esta joven mujer, su “filosofía” y también “misión secreta” que justifica una permanencia tan larga (si, por ejemplo, es una empresa que debe salvarnos de catástrofes inminentes).
Un Palacio imperial
A juzgar por millones de personas que este verano se han movido por ella, es decididamente el personaje del momento (ha entrado incluso en una diatriba entre Giuliano Ferrara y Francesco Merlo). Estadísticamente es la mujer más amada de la historia humana, la más cantada por poetas y músicos, la más representada por pintores y escultores, la más invocada. Lo suyos son “gli occhi da Dio diletti e venerati” [los ojos por Dios más amados y venerados] (Dante). Si incluso Dios se ha enamorado de ella se comprende por qué en este verano de 2004 un río de gente –jóvenes y no sólo ellos– ha hecho kilómetros para buscarla en los lugares donde ella pasó (Lourdes, Fátima, Chestochowa, Loreto, Guadalupe): donde ha pasado para curar, para enjuar las lágrimas, a dar abrigo y consuelo a desolados y desesperados, a abrazar la soledad y llamar a todos. Ya que de ella se dice desde siglos (Bernardo de Claraval) que no decepciona nunca y no abandona a ninguno.Con estos peregrinos -por la fiesta de la Asunción- el papa mismo vuelve a Lourdes: son 150 años de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción que la Iglesia opone, en el siglo XIX, a todas las nuevas ideologías fundadas sobre la ilusión de que el hombre –pretendiéndose dios- pueda construir un paraíso en la tierra con sus fuerzas. La historia del siglo XX ha demostrado que por el contrario ha construido infiernos. Y justamente para abatir estos infiernos del siglo XX ella se aparerció primero en Fátima y después en Medjugorje.Giuliano Ferrara ha recordado, con estupor, que es venerada como Reina. No engañan su aspecto de adolescente, su humildad, su bondad. Tiene poder real y lo ha ejercido en momentos decisivios de la historia humana. Por ejemplo, apareciéndose a un pobre indio en Guadalupe (1531) ha determinato la historia americana y por tanto nuestro hoy. Extraña reina: cambia la historia humana escogiendo personas insignificantes y con la predilección por las cosas más pequeñas y humildes. En el viaje que me lleva al embarque de Ancona hacia Croacia paso de hecho –el 29 de julio- por aquel que ella misma ha definido como su palacio real: allí se apareció a Francisco de Asís como “Reina de los ángeles” y le confió haber elegido la mísera Porciúncula, una minúscula y pelada iglesita en el valle espoletano, como su palacio real.Es espontánea la comparación con otro palacio imperial que se encuentra después del embarco de Ancona, aquel que aparece ya desde el trayecto sobre la costa dálmata: el Palacio de Diocleciano en Split, construido justamente 1700 años antes, en el 304. Era el Palatium por antonomasia (por el cual el topónimo Split). El palacio real poderoso del último feroz perseguidor de los cristianos. Hoy sobre aquellas piedras colosales desmocha un alto campanario con la cruz. Vienen a la mente las palabras de ella en el Magnificat: “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”.Los cristianos perseguidos por el imperio romano no podían ni siquiera imaginar, en el 304, que de allí a pocos meses subiría al trono Constantino y todo cambiaría. ¿Y los cristianos perseguidos por el imperio comunista –que justamente sobre esta orilla tenía su frontera occidental– podían imaginar ver desplomarse en la nada –y sin sangre- el gran moloch perseguidor? ¿Existe la ligera mano de María, como dice el Papa? Dejo Split –y estos pensamientos– a las espaldas y el 2 de agosto recorro hacia el sur la espléndida costa croata devastada a trechos por una urbanización salvaje.
Hacia Medjugorje
Cien kilómetros de carretera de dos carriles a pico sobre el mar. Después la tierra adentro y la desolada Bosnia: el puente de Mostar ha sido recién construido. Las heridas sangran aún. En un campo pobre, de pequeños cultivos de tabaco y vides, desmocha una iglesita blanca con sus dos campanarios: es Medjugorje. Un puesto perdido e insignificante: hasta el 81. Carreteras sin conexión y llenas de hierba. El sol, en un cielo blanquecino, ya da calor a las 7.30. Los bares están abriendo, pero ya circulan tantos peregrinos porque el 2 de cada mes Mirjana Dragicevic, una de las videntes, tiene su aparición, bajo un toldo en el “Campo de la vida” de los muchachos de sor Elvira. Basta seguir a la gente. A la izquierda de la iglesita se va hacia el barrio de Bijakovici, donde viven los muchachos, y después de 800 metros se llega a una avenida en cuesta: sabré después que los muchachos estaban justamente sobre aquella avenida polvorienta, hoy ocupada por los autocares, aquel 24 de junio de 1981, hacia las 18.15. Cuando uno de aquellos convoyes, a 200 metros, donde empieza el montecito pelado y pedregoso del Podbrdo, una joven mujer inundada de luz con un niño en brazos. La cual hacía señal con la mano de acercarse: ellos escaparon a toda pastilla, asustados. El encuentro verdadero se verificará el día siguiente y el 26 el primer mensaje, cuando llorando pedirá su “paz, paz, paz, paz con Dios y entre los hombres”. Nadie comprendía. Pero exactamente diez años después, en 1991, aquel mismo 26 de junio, allí en Bosnia estallaría la primera guerra feroz en Europa desde 1945.

El toldo verde del “Campo de la vida” está lleno ya de gente desde las 6 y el prado alrededor. A las 8 comienza el rosario. Se dicen los 4 misterios enteros en diversas lenguas. En el entre tanto llega Mirjana, una bella treintañera rubia, ojos azules, vivaces, ingeniera agrónoma. Apenas iniciado el cuarto misterio glorioso – la Asunción– de golpe Mirjana cae de rodilas y por todas partes se hace un silencio jamás sentido. Nadie habla, todos saben que María ha venido, está aquí entre nosotros. El rostro de Mirjana, totalmente absorto en ella, está ligeramente transformado, luminoso. Habla con ella, Mirjana, pero su voz es totalmente silenciosa para nosotros. Todos callan, recogidos.

“Estando allí” me dirá Piergiorgio, turinés, ingeniero recién titulado “sientes aquella mirada de ella justamente sobre ti, incluso si no la ves”. Si de eso se da cuenta bien un médico milanés, el doctor Frigerio, que fue a Medjugorje para una aparición y llevaba consigo la bolsa llena de objetos sagrados que sus pacientes le habían confiado para que fueran bendecidos por la Virgen. Pero, por la multitud, no consiguió llegar hasta el altar donde se debía depositar. Acabada la aparición estaba para volverse a casa, disgustado, de no ser porque justamente lo buscó el pequeño Jakov que le dijo: “¿Eres tú el médico? La Virgen me ha dicho que te diga que no debes preocuparte: ha bendecido igualmente todos los objetos que tienes en la bolsa”. Esta es su delicadeza para cada uno que asombra. Llama “pequeño mío” a Juan Diego en Guadalupe. En Lourdes trata de “usted” a Bernadette a la que todos trataban con el despectivo “tú” de los mendigos.

En Medjugorje cada vez –por millares de veces– agradecerá a los muchachos “por haber respondido a mi llamada”. Los relatos de los testimonios la describen todos llena de atención y de amor para cada uno. “No podéis comprender” dirá en un mensaje suyo “cuán grande es vuestra persona en el designio de Dios”.

El 2 agosto tras la aparición a Mirjana no hay mensajes públicos. Los cuales llegan el 25 de cada mes a través de otra vidente, Marija Pavlovic. Mensajes que la Bella Muchacha de Nazaret da en la parroquia de Medjugorje y por medio suyo al mundo. Son siempre pocas palabras simples que invitan a la conversión y a la oración porque “la humanidad se encuentra en un gran peligro” y el rosario es el arma potentísima para permitir que Cristo dé salvación y paz a la humanidad. A Mirjana sin embargo le ha confiado los diez secretos que tienen que ver con la suerte del mundo. Cada uno será revelado tres días antes de que suceda, para que todos tengan tiempo de converstirse. Se sabe que el tercero es un bello signo que ella dejará sobre el monte de la primera aparición, un signo imborrable y claro de su presencia. Pero los otros parece que son muy preocupantes.

Aquel arsenal estallado

7 agosto. El embarque a Split junto al Palacio de Diocleciano. Clavado a lo largo del brumoso Adriático, aquellas murallas poderosas y aquella cruz que hoy allí desmocha. Mientras sobre el trayecto resuenan las guitarras y los cantos de los jóvenes que han estado en Medjugorje, intento mentalmente volver a poner en orden los eventos y las fechas.

El 13 de mayo de 1917 aparece en Fátima y profetiza la llegada a Rusia del comunismo y las plagas derivadas de esta obra maestra de Satanás: una nueva guerra mundial, inmensos estragos y persecuciones nunca vistas en 2 mileniso de cristiandad, hasta el martirio de un papa. Ha sido exactamente la historia del siglo XX. Por una serie de razones no había sido hecha –en las modalidades debidas- aquella consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María que ella había pedido.

El 13 de mayo de 1981, precisamente el día de la Virgen de Fátima, un atentando golpea al Papa en san Pedro. En los días sucesivos en el hospital Juan Pablo II recuerda que justamente este evento era predicho en la tercera parte del secreto de Fátima. El papa decide hacer la consagración. El 25 de marzo de 1984, solemnnemente, encomienda el mundo al “corazón materno de María”, “madre de los hombres y de los pueblos, tú que conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas”. ¿Qué sucede? Los expertos en cuestiones político-militares dicen en 1984, con Andropov y Chernenko en el Kremlin y el duro choque sobre los misiles con los EE.UU. de Reagan, que pone contra las cuerdas el sistema soviético, fue el momento de máxima tensión entre Este y Oeste. La URSS estaba perdiendo y un conflicto armado –apocalíptico – se creía de verdad probable. Pero a la vuelta de pocos meses –con la muerrte de Andropov y Chernenko y la llegada de Gorbachov (1985)- el comunismo marchó hacia una implosión fulminante a causa de su quiebra económica y social. La más grande dictadura de la historia se derrumbó en 4 años sin violencias ni víctimas: el “caso” quiere que el acto de liquidación de la URSS de 1991 se haya firmado el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción (“mi Corazón Inmaculado triunfará” se dio en Fátima) y que la bandera roja fuera arriada en el Kremlin el 25 de diciembre de 1991, por Navidad. ¿Pero qué había pasado en la URSS entre 1984 y 1985? ¿Bastaron las muertes de Andropov y Chernenko para explicar el vuelco de una línea política? Muchas cosas deberemos descubrir. Vuelto a casa encuentro el Dominical que sugiere justamente una de las piezas que faltaban. El experto en historia militar Alberto Leoni ilustra el hecho que da la puntilla al potencial militar soviético durante la crisis de 1984: la explosión del arsenal de Severomorsk, en el Mar del Norte. “Sin aquel aparato balístico que controlaba el Atlántico” dice Leoni “la URSS no tenía más ninguna esperanza de victoria. Por esto la opción militar fue cancelada”. Aquel incidente tuvo lugar dos meses después del rito solemne de la Consagración en la plaza de san Pedro. Pudo ser casual. Pero muchos han notado con algún estremecimiento la fecha del incidente de Severomorsk: 13 de mayo 1984, aniversario y fiesta de la Virgen de Fátima y del atentado contra el Papa…

Sin saber nada de todo esto, Lucía, la última de los videntes de Fátima aún viva, en una entrevista declaró cándidamente: “La Consagración de 1984 ha evitado una guerra atómica que habría sucedido en 1985”. Un mes después del atentado contra el Papa empezaron las apariciones de Medjugorje que, ha dicho María, cumple aquello que empezó en Fátima. Este verano los periodistas dedican muchas páginas a continuación de las peregrinaciones. María atrae silenciosamente. El 15 de agosto, para la Asunción, el Papa está en Lourdes: este perdido pueblecito de los Pirineos es la más grande meta de peregrinaciones del mundo, más que la Meca. “La Asunción al cielo, en cuerpo y alma, de María que se celebra” me explica un teólogo “significa que incluso cada cabello de nuestra cabeza es amado por Dios, enamorado de nosotros, y es destinado –con todo nuestro ser– a la gloria, a la divinización. Que transfigurará el cuerpo”.

Vuelvo a pensar en la belleza de la joven mujer que aparece en Medjugorje. Es la mujer “vestida de sol” que aplastará a Satanás, el león rugiente que siempre busca a quién devorar. Vuelvo a pensar en las palabras de Dostoievski: “La Belleza salvará al mundo”.

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Un misterio que alarma al Papa…

Posted by El pescador en 23 diciembre 2007

¿Un desgarro sobre nuestro futuro próximo?

Antonio Socci (original en italiano; traducción mía)

en “Libero”, 14 diciembre 2007

Es sorprendente recibir una confirmación tan clamorosa y oportuna por otra autoridad como el cardenal Ivan Dias, Prefecto de la Congregación para la evangelización de los pueblos, y estrecho colaborador del Papa. El pasado sábado, en esta columna, había señalado un “detalle” alarmante contenido en la recientísima encíclica pontificia “Spe salvi”: la mención del Anticristo, por medio de una cita de Immanuel Kant. Es bastante raro hoy, en el mundo católico, sentir hablar de este terrible personaje profeitzado en el Nuevo Testamento. Sorprende aún más ver evocarlo, en relación a los tiempos presentes, en un documento solemne como una encíclica y por un papa tan riguroso, tranquilo y culto como Benedicto XVI.En el artículo del sábado había recordado que ya el 27 de febrero pasado, en el más estricto entorno papal, se había reflexionado con el Pontífice sobre aquella inquietante profecía, durante los ejercicios espirituales predicados por el cardenal Biffi que citó “El relato del Anticristo” de Vladimir Solovev. En resumidas cuentas yo había recordado que el mismo Ratzinger, de cardinal, en un memorable discurso hecho en Nueva York y en Roma, había citado aquellas páginas.
Pero las palabras pronunciadas por el cardenal Dias siempre el pasado sábado, después publicadas por el Osservatore romano (hecho significativo), son las más clamorosas. El prelado estaba haciendo su homilía en el santuario de Lourdes “para inaugurar, como enviado del Papa, el Año celebrativo del 150 aniversario de las apariciones”. Se trata de las apariciones de la Virgen a Bernadette Soubirous que empezaron el 11 de febrero de 1858.En la solemne circunstancia el enviado del Papa ha llevado “el saludo muy cordial de Su Santidad” y después ha dicho: “La Virgen ha bajado del Cielo como una madre muy preocupada por sus hijos… Se apareció en la Gruta de Massabielle que en la época era una charca donde pastaban los marranos y es precisamente allí donde quiso hacer surgir un santuario, para indicar que la gracia y la misericordia de Dios superan la miserable charca de los pecados humanos. En el lugar vecino a las apariciones, la Virgen hizo surgir un manantial de agua abundante y pura, que los peregrinos beben y llevan al mundo entero significando el deseo de nuestra tierna Madre de hacer llegar su amor y la salvación de su Hijo hasta el extremo de la tierra. Finalmente, de esta Gruta bendita la Virgen María lanzó una llamada urgente a todos para orar y hacer penitencia y así obtener la conversión de los pobres pecadores”.El cardenal ha encuadrado estas apariciones en el “contexto de la lucha permanente, y sin exclusión de golpes, entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal”. Una lucha que parece llegada, en nuestra generación, al epílogo final, preparado por la “larga cadena de apariciones de la Virgen” en la modernidad, iniciadas “en 1830, en Rue du Bac, en París, donde fue anunciada la entrada decisiva de la Virgen María en el corazón de las hostilidades entre ella y el demonio, como es descrito en los libros del Génesis y del Apocalipsis”.Es un verdadero fresco de teología de la historia el trazado por el cardenal que invoca también a Fátima y –considero- Medjugorje: “Después de las apariciones de Lourdes, la Virgen no ha dejado de manifestar en el mundo entero sus vivas preocupaciones maternas por la suerte de la humanidad en sus diversas apariciones. Por doquier, ha pedido oraciones y penitencias por la conversión de los pecaores, porque preveía la ruina espiritual de ciertos países, los sufrimientos habría sufrido, el debilitamiento general de la fe cristiana, las dificultades de la iglesia, la venida del Anticristo y sus tentativas para sustituir a Dios en la vida de los hombres: intentos que, a pesar de sus éxitos resplandecientes, están destinados sin embargo al fracaso”.Es una frase breve, pero fulgurante esta del prelado: la Virgen se ha aparecido tan frecuentemente en este tiempo “porque preveía” una gran apostasía de la fe, las persecuciones a la Iglesia, el sufrimiento del Papa y –textualmente– “la venida de Anticristo”.Es una frase rompedora que se volvió a hacer, evidentemente, en las palabras pronunciadas por la Virgen en alguna de las apariciones citadas.Así el enviado del Papa, hablando de nuestro tiempo, evoca de nuevo y públicamente el Anticristo a pocos días de la publicación de la encíclica. En el Nuevo Testamento esta figura no se sitúa necesariamente al fina de los tiempos. Jesús mismo preanuncia la llegada de “falsos cristos y falsos profetas” capaces de “inducir a error, incluso a los elegidos” y profetiza “una gran tribulación”, nunca vista tan terrible en la historia humana (Mt 24,24). San Pablo explica que se verificará la “apostasía” (2 Tes 2,3), o bien el abandono de Dios y de la Iglesia, por consiguiente explotará “la manifestación del hombre inicuo”, “el hijo de la perdición”, aquel que “en la potencia de Satanás… se opone a Dios” hasta sentarse “en el templo de Dios, señalándose a sí mismo como Dios” (2 Tes 2, 3-4).

Es un dominio casi total del Mal sobre la tierra lo que viene aquí preconizado. No se sabe cómo, cuándo y por cuánto. Un escenario de horror y de maldad que hiela la sangre. Los teólogos discuten si es un individuo concreto que viene preanunciado o un sistema di potencias. Pero sorprende en estas semanas sentir evocarlo con tanta insistencia desanimada por la Santa Sede, evidentemente también en fuerza de “informaciones” (que Oltretevere se conocen y se valoran) provenientes de “fuentes” especiales, como precisamente los mensjaes de las apariciones marianas, de místicos y de revelaciones privadas. Estos pronunciamientos públicos muestran con cuánta alarma en el Vaticano se mira a los acontecimientos mundiales. Por lo demás es dramático también el mensaje pontificio para la Jornada de la paz del 1 de enero próximo, donde se advierte de las devastaciones morales (de las familias y de la vida) y materiales (por ejemeplo con los inmensos riesgos de la carrera de armas nucleares).

El cuadro es oscurísimo. Pero la Santa Sede no es una entidad política y no valora la situación con una mirarda sobre el terreno. De hecho hay la certeza de poder contar con una ayuda “superior”. El cardenal Dias en la clamorosa homilía del sábado explicaba: “Aquí, en Lourdes, como por todas partes en el mundo, la Virgen María está tejiendo una inmensa red en sus hijos e hijas espirituales para lanzar una fuerte ofensiva contra las fuerzas del Maligno en el mundo entero, para encerrarlo y preparar así la victoria final de su divino Hijo, Jesucristo. La Virgen María hoy nos invita una vez a formar parte de su legión de combate contra las fuerzas del mal”.

El prelato repite –por si no queda claro– que “la lucha entre Dios y su enemigo es siempre rabiosa, incluso más hoy que en el tiempo de Bernadette, hace 150 años” y “esta batalla causa innumerables víctimas”. Así pues revela palabras –quizá inéditas– pronunciadas por el cardenal Karol Wojtyla el 9 de noviembre de 1976, pocos meses antes de ser elegido Papa: “Nos encontramos hoy frente al más grande combate que la humanidad haya visto nunca. No pienso que la comunidad cristiana lo haya comprendido totalmente. Estamos hoy ante la lucha final entre la Iglesia y la Anti-Iglesia, entre el Evangelio y el Anti-Evangelio”.

Palabras clamorosas. Una confirmación ulterior. Parece evidente que el Vicario de Cristo y sus más estrechos colaboradores conocen algo más y desean preparar a los cristianos a aquella “lucha final”. Sus repetidas apelaciones a responder a la llamada de la Virgen son ya suficientes para reflexionar seriamente sobre lo que está sucediendo y que sucederá en la Iglesia y en el mundo. Un futuro próximo que nosotros no conocemos, pero que, explica Dias, será victorioso gracias a María. Como ella misma anunció en Rue du Bac: “El momento vendrá, el peligro será grande, todo parecerá perdido. Entonces yo estaré con vosotros”.

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