El testamento del pescador

Un Papa con mirada de niño

Posted by El pescador en 20 septiembre 2013

N. del B. Antes de leer esta entrada, convendría ver ésta primera y esta otra, donde se habla de su lema episcopal «Miserando atque eligendo» y su relación con la vocación de San Mateo. El mismo Papa también explica en la entrevista el motivo de su lema episcopal. El texto completo de la entrevista está aquí.

Sandro Magister (original en italiano; traducción mía)En la entrevista a “La Civiltà Cattolica” que está dando la vuelta al mundo, papa Francisco dice entre otras cosas:
“En pintura admiro a Caravaggio, sus lienzos me hablan”.
Y cuenta:
“Cuando venía a Roma vivía siempre en Vía della Scrofa. Desde allí me acercaba con frecuencia a visitar la iglesia de San Luis de los Franceses y a contemplar el cuadro de la vocación de san Mateo de Caravaggio. Ese dedo de Jesús, apuntando así… a Mateo. Así estoy yo. Así me siento. Como Mateo. Me impresiona el gesto de Mateo. Se aferra a su dinero,como diciendo: ‘¡No, no a mí! No, ¡este dinero es mío!’. Esto es lo que yo soy: un pecador al que el Señor ha dirigido su mirada… Y esto es lo que dije cuando me preguntaron si aceptaba la elección de Pontífice: ‘Peccator sum, sed super misericordia et infinita patientia Domini nostri Jesu Christi confisus et in spiritu penitentiae accepto’”.
Por tanto Jorge Mario Bergoglio ha visto siempre el Mateo de la vocación pintada por Caravaggio no en el maduro señor en el centro del grupo, como predican las guías turísticas y la mayor parte de los críticos, sino en el joven con la cabeza inclinada, que aún “se aferra a su dinero” justo mientras Jesús lo llama.
Es la interpretación que la historiadora del arte Sara Magister ha vuelto a lanzar  con fuerza en TV 2000 y después en una conferencia-debate con el profesor Antonio Paolucci, director de los Museos Vaticanos, y con la colega historiadora del arte Elizabeth Lev, que defendían la tesis tradicional, en el Centro Cultural San Luis de los Franceses:

Pero es también la intrepretación que dan los niños espontáneamente, sin dudar, cada vez que se encuentran frente al cuadro.

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